5 febr. 2012

Buscando el peligro (XI)

Author: abraham | Filed under: Relato

Kaneda Takeshi se encontraba en la sala de reuniones del palacio de su tío, dialogando con él y el resto de los miembros que habían participado en la insurrección: otro pariente mayor que hacía las veces de sabio consejero, el cabecilla de un grupo de forajidos que se habían unido a las defensas, demasiado impetuoso para su gusto, y un par de ronin con habilidades bastante interesantes que había reclutado para la causa.
– Bueno, mis queridos amigos, tenemos que decidir cuál será nuestro siguiente paso – anunció el líder de la revuelta con su habitual calma -. Los señores Ishikawa ya han dado el suyo y hace algunas noches enviaron un asesino a por mi cabeza – la sorpresa cruzó el rostro de los presentes y Takeshi sonrió internamente -. Pero como podéis comprobar fui precavido y sigue en su sitio – dijo mientras se acariciaba el cuello.
El ambiente se distendió ante la broma.
– Es insultante que se hayan rebajado a esos extremos – dijo Kaneda Kotarō, el tío de Takeshi -. Nunca hubiera imaginado que Ishikawa Matsu enviase a otro que no fuera su hatamoto a hacer su trabajo.
– Si el señor Matsu se ha tomado esas molestias es que nos considera algo peligroso para su posición – observó el anciano Kaneda Daichi.
– ¡Nuestro siguiente paso debería llevarnos hacia adelante! – bramó Araki Hayato, el líder de los bandidos -. Un asalto rápido a una de sus aldeas sería una buena demostración.
– No os precipitéis, Hayato – dijo suavemente la única mujer presente en la reunión -. Una serie de ataques relámpagos no haría otra cosa que poner a los campesinos en nuestra contra.
La mirada de Yoshida Riko calmó al impulsivo guerrero. Era una bella mujer, con hábiles dotes para la actuación y una mente ágil y despierta para tomar decisiones.
– ¿Y si esos ataques son evitados por nuestras fuerzas? – se pregunto ella misma.
– Eso nos proporcionaría un mejor recibimiento, no hay duda – afirmó Kotarō -. Pero ¿cómo sabremos cuando intervenir? No disponemos de suficientes hombres para asignarlos a varios pueblos y mantenerlos esperando.
– Tío, tío, tío – dijo con condescendencia Takeshi sabiendo que necesitaba su apoyo para mantener a la familia unida -. El ataque se realizará cuando y donde nosotros decidamos.

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