3 juny 2012

Buscando el peligro (XXIX)

Author: abraham | Filed under: Relato

Las tropas estaban dispuestas y esperando la llegada de las fuerzas Ishikawa, todos listos para la confrontación, pero los hombres de Araki Hayato solo pudieron divisar a una solitaria figura que avanzaba deprisa pero sin aparente intención de combatir. Inmediatamente lo apresaron, sin que este opusiera la más mínima resistencia, y lo llevaron ante Kaneda Takeshi quien fue informado de su llegada y se preparó para la entrevista.

– Aquí tenéis al prisionero – informó Hayato.

El hombre vestía las ropas de sus enemigos, algo sucias y gastadas, pero lo más llamativo de su atuendo era el vendaje que cubría tanto su rostro como sus manos. Y destacando por encima de todo, unos ojos duros y resolutos, sin miedo alguno.

– Podéis liberarlo, Hayato. Volved a vuestro puesto y estad atentos – mientras, uno de los hombres del bandido le desató las manos y Takeshi percibió como el Hijo de la Sombra tomaba posiciones cerca del recién llegado, oculto a la vista de casi todos -. Permitidme que os trate como a un invitado, Ishikawa-san.

– Gracias, Kaneda-sama le respondió cortésmente -. Permitidme que os muestre mis respetos y me presente ante vos. Mi nombre es Ishikawa Eita, y mi destino, aunque quizás vos lo desconozcáis, está atado al vuestro. Nuestro objetivo y enemigo es el mismo: Ishikawa Matsu.

– Os veo muy convencido de ello, Eita-san. Sin duda es conocido por todos mi aversión por el señor Matsu, no creo que os sorprenda si os pido que me deis algo más.

– Por descontado, mi señor. Para demostrar que puedo ser un fiel aliado, os regalo un par de días, los que perderan las fuerzas de la Escuela de Magia para recuperarse de la pérdida de su nave de provisiones cuando fondearon en la bahía de Sangyo – Takeshi pensó que si aquello era cierto, aun tendrían opciones de que regresara Kaede antes del ataque -. Pero para demostraros que mi dolor, mi odio y mi rencor son idénticos a los que sufre mi señor, permitidme mostraros mi más preciado tesoro.

Kaneda Takeshi observó como aparecía en las manos d eIshikawa Eita un pequeño objeto al que él poseía y del que no habían más copias, pues era un par único. En las manos envueltas en vendas había uno de los pendientes de jade que llevaba la pequeña Ayaka el día de su muerte.

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