Protegiendo la aldea – TOUSEN http://blocs.gracianet.cat/tousen La guerra de la espada Sat, 06 Apr 2013 11:38:50 +0000 ca hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.6.1 Protegiendo la aldea (VII) http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/20/protegiendo-la-aldea-vii/ http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/20/protegiendo-la-aldea-vii/#comments Tue, 20 Mar 2012 10:45:01 +0000 http://blocs.gracianet.cat/tousen/?p=333 – Enfrentate a mí y demuestra si tu vida vale algo – desafió Kanemoto Matsuyo al líder de los asaltantes.
– Te crees alguien digno por mostrar los colores imperiales, pero no es necesario que sea mi arma la que te demuestre que eso no sirve para nada – y a continuación un par de flechas volaron hacia él. Una falló por poco más de un palmo, pero la otra se clavó en su hombro. Su armadura evitó que se clavara profundamente aunque notaba el acero desgarrando su carne.
Los campesinos que andaban cerca se lanzaron a la carga y Matsuyo corrió tras ellos. Los bandidos no tuvieron piedad con ellos y pronto se demostró que eran enemigos a tener en cuenta y que si no recibían pronto refuerzos, el combate se decantaría a su favor. El general del Dragón Dorado también trató de imponer sus años de experiencia y su profundo entrenamiento en el combate para acabar con uno y dejar gravemente herido a otro.
– Al final parece que deberá ser mi arma la que te ponga en tu sitio – le dijo el jefe de los asaltantes cuando el resto de su grupo se apartó del gran guerrero para no caer bajo el filo de su katana.
Ambos contendientes se estudiaron, se lanzaron golpes y evitaron recibirlos. Sakura y Ryosei, una vez liberados de sus respectivos enfrentamientos, se dirigieron a ayudar a los pobres aldeanos que trataban de escapar de los atacantes. Ambos mostraban algunas heridas, pero eran poco más que rasguños. Su ataque sorprendió a los bandidos que ya se veían vencedores y acabaron con aquellos que no huyeron rápidamente. A Matsuyo las cosas parecían no irle tan bien como desearía y ya sangraba por un par más de sitios, pero su oponente se equivocó en su siguiente ataque y la finta del guerrero imperial le permitió lanzar un tremendo golpe entre el cuello y el hombro de su enemigo, atravesando carne y huesos por igual.

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Protegiendo la aldea (VI) http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/19/protegiendo-la-aldea-vi/ http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/19/protegiendo-la-aldea-vi/#comments Mon, 19 Mar 2012 10:41:33 +0000 http://blocs.gracianet.cat/tousen/?p=329 Kanemoto Matsuyo se había encargado de organizar la defensa y había apostado a un par de cazadores en los tejados de las casas cubriendo las posibles rutas de avance de los bandidos. El resto de campesinos habían sido repartidos en grupos de dos o tres por cada una de las casas. Los demasiado jóvenes o viejos para luchar se habían resguardado en la casa más céntrica donde el mismo Matsuyo protegería la entrada. Sakura y Ryosei se encargarían de moverse al punto donde el combate se volviera más encarnizado para socorrer a los aldeanos.
Cuando el sol asomó por el horizonte, las proféticas palabras de Sakura se cumplieron: un puñado de hombres harapientos armados con cuchillos, kamas y otras herramientas convertidas en armas se abalanzaron sobre la aldea. El primero que trató de poner un pie en ella, recibió como bienvenida una flecha en medio de su pecho. El resto de asaltantes no se inmutó y siguió avanzando. Pronto se encontraron trabados con los campesinos frente las casas que querían saquear. Sakura fue la primera en llegar, y su nodachi dio buena cuenta de ellos. Si el episodio vivido durante la noche le había causado mella, no había muestras de ello y se mostraba tan feroz y entregada al combate como el día anterior. Ryosei tuvo que encargarse de otro grupo que había flanqueado la entrada principal e iba directa a los graneros. Giró su ono con movimientos decididos y cortó extremidades como un leñador cortaría pequeñas ramas.
Lo que no vieron ninguno de ellos era el tercer grupo que avanzó por detrás de ellos y que con sus flechas silenciaron al segundo arquero. Se movían con cuidado, dejando que los otros causaran todo el revuelo posible. Matsuyo se dio cuenta de su avance cuando ya los tenía prácticamente encima. Este grupo iba mejor armado y tras ellos avanzaba el que con seguridad era su líder.

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Protegiendo la aldea (V) http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/10/protegiendo-la-aldea-v/ http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/10/protegiendo-la-aldea-v/#comments Sat, 10 Mar 2012 19:17:21 +0000 http://blocs.gracianet.cat/tousen/?p=299 Pasaron unas cuantas horas antes que el monje encontrara a Sakura desnuda, sucia de sus propios vómitos y hecha un ovillo entre unos arbustos que le habían arañado su piel, surcándola de pequeñas heridas. Al principio creyó que estaba dormida, pero en seguida captó algunas palabras dispersas, retazos de frases, y todas ellas componían un panorama deprimente: … no soy capaz de… débil… mañana todos… a morir… incapaz… mi culpa… derrota. Cogió a la chica en brazos y decidió que lo mejor que podía hacer para sacarla de su ensimismamiento era darle un buen chapuzón de agua congelada. Y tal como lo pensó, se dirigió hacia el riachuelo que bordeaba la aldea. Al dejarla caer en un pequeño recodo, lo suficiente profundo para que no chocara contra el lecho, se oyeron las más sucias palabras que una mujer jamás debería pronunciar. Eso provocó que una amplia sonrisa se dibujara en el rostro de Tanaka Ryosei.

– Límpiate esas heridas – le ordenó calmadamente, como un maestro se dirigiría a un alumno descuidado.

La mirada de Sakura fue tan glacial como la temperatura del agua, pero finalmente obedeció. Tan buen punto dejó de restregarse, Ryosei la cogió de nuevo, esta vez sin delicadeza alguna y la cargó al hombro, como si de un saco se tratase, y regresó hacia el pueblo. Sakura se dedicó a lanzarle toda clase de improperios, pero el monje Tanaka, con un cachete, la hizo callar. Aún faltaban algunas horas para el amanecer y deberían ahorrar todas las energías que pudieran.

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Protegiendo la aldea (IV) http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/09/protegiendo-la-aldea-iv/ http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/09/protegiendo-la-aldea-iv/#comments Fri, 09 Mar 2012 19:14:29 +0000 http://blocs.gracianet.cat/tousen/?p=297 Después de la cena, Kanemoto Matsuyo se encontraba en la habitación que le habían cedido los campesinos. Al igual que la muchacha, estaba convencido que el ataque se produciría con el primer rayo de sol y había decidido dormir algunas horas para encontrarse descansado de cara al combate. El sexto sentido propio de los Kanemoto le alertó de una presencia adentrándose en la habitación. Contuvo el aliento, movió lentamente su mano buscando la empuñadura de su katana y se preparó para saltar sobre la figura que se acercaba. En el último instante una voz susurrante rompió el tenso silencio:

– No hace falta que estés tan dispuesto a atacarme, puedes comprobar que estoy desarmada – una sombría silueta claramente femenina se recortó sobre la oscuridad reinante -. Gasta tus energías en algo más placentero.

-¿Sakura? – preguntó sorprendido.

-¿Acaso esperabas a alguna de las campesinas? –  su voz destilaba una enfermiza lujuria -. ¿No preferirías un cuerpo joven, sano y fuerte como el mío? – insinuó mientras se encontraba cada vez más cerca de su oído.

– Este no es el lugar ni el momento – Matsuyo realizó una leve inspiración -. ¿Cuánto has bebido esta noche? Debes estar confundida, chiquilla.

– ¡No eres nadie para decirme cuanto puedo beber! – gritó de repente Sakura -. ¡Me desprecias por no ser una noble cortesana! ¡Me desechas por no tener una familia poderosa que respalde mi nombre!

– Escucha…

– ¡Te odio! – lágrimas de impotencia y de rabia brotaron de sus ojos -. ¡A ti y a todos los tuyos!

Y se marchó corriendo, desnuda en la fría noche, con la mente llena de ideas contradictorias y desesperadas.

Matsuyo, sorprendido ante la actuación de Sakura, no supo cómo reaccionar. No tenía ni la menor idea de por qué la muchacha había pretendido acostarse con él y menos aún su última reacción, cuando apenas le había dirigido una pocas palabras desde que la había conocido. Decidido a encontrarla y protegerla de sí misma, se vistió y fue a buscar a su amigo Ryosei.

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Protegiendo la aldea (III) http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/08/protegiendo-la-aldea-iii/ http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/08/protegiendo-la-aldea-iii/#comments Thu, 08 Mar 2012 19:11:41 +0000 http://blocs.gracianet.cat/tousen/?p=295 Sakura se dio cuenta de la presencia del pueblo estando a pocos pasos de alcanzarlo. En lo primero que se fijó fue en la figura de un honorable samurai de la familia Kanemoto. Sus ropas lo distinguían claramente, marcadas con el emblema imperial. A su lado se encontraba un fornido monje que sujetaba una ono más larga que su nodachi. Pasado el impacto inicial de su presencia, pues esperaba encontrarse a poco más que dos samurais de baja categoría, se fijó en la gente que aguardaban tras ellos. En sus rostros se veía el miedo, pero también la esperanza. Esos dos individuos les habían devuelto el interés por sobrevivir. Cuando llegó a su altura les dijo:

– El ataque será mañana al amanecer. Tenedlo todo listo – y trató de seguir adelante, pero el monje se interpuso en su camino.

– ¿Quién eres? ¿Y como puedes saber cuando atacarán?

– Ueda Sakura es mi nombre. Y como te puede asegurar tu amigo, los pobres diablos que escaparon a esta hora ya deben de haber informado a sus líderes y vendrán a por mí para vengarse y de paso a saquear la aldea. Entre que reúnen los hombres necesarios y el tiempo que tarden en llegar hasta aquí, el sol estará asomando por el horizonte – habiendo dicho esto, apartó al grandullón para proseguir su camino. Y dirigiéndose al campesino que la había acompañado, le gritó: – Muchacho, ¿dónde está esa comida?

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Protegiendo la aldea (II) http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/07/protegiendo-la-aldea-ii/ http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/07/protegiendo-la-aldea-ii/#comments Wed, 07 Mar 2012 19:08:38 +0000 http://blocs.gracianet.cat/tousen/?p=292 Kanemoto Matsuyo y Tanaka Ryosei observaban como dos personas avanzaban hacia la aldea a través del camino que cruzaba las plantaciones que la rodeaban. Reconocieron al muchacho que abría la marcha y supusieron que la joven que le seguía era la bestia furibunda que habían descrito los campesinos que habían llegado exhaustos por la carrera. Vestía unos harapos que en otros tiempos debían de haber sido un lujoso kimono, encima del hombro llevaba apoyado su nodachi y lo más característico de su rostro eran unos ojos pequeños de mirada ausente aunque peligrosa. No había duda de que era una ronin, una paria de la sociedad que vagabundeaba por los caminos en busca de algo que llevarse a la boca. Y tenía que ser una buena luchadora, porque aunque se la veía joven, su piel morena indicaba que llevaba mucho tiempo deambulando por los caminos, y el hecho de seguir todavía viva indicaba que el arma que llevaba no era un mero adorno.

– ¿Qué te parece, Ryosei?

– Que nos puede ser de gran ayuda mientras los campesinos encuentren con que alimentarla, ¿no ves la cara que hace por el hambre que tiene? – y lanzó una sonora carcajada. Tanaka Ryosei era un samurai perteneciente al clan de los Guardianes del Primer Sello, aunque hacía mucho que no volvía al templo para cumplir con esa tarea. Ahora se dedicaba a acompañar a Kanemoto Matsuyo, un general imperial con una gran trayectoria militar a quien le debía la vida, y hasta que no saldara cuentas con él, no quedaría tranquilo. Ryosei, como la gran mayoría de miembros de su familia, era de constitución fuerte y sobrepasaba en una cabeza a Matsuyo. Sus fuertes brazos, protegidos con ligeras piezas de armadura, sujetaban, como si de un juguete se tratara, una ono de gran tamaño, a la que dedicaba mucho tiempo afilándola para tenerla a punto. Su torso desnudo estaba cubierto por tatuajes rituales que lo señalaban como iniciado en varias artes de la senda de la calma, al igual que su cabeza rapada.

Matsuyo se lo miraba mientras sonreía, pensado para adentro en que eso era un problema menor. Durante el día que llevaban allí ya había empezado a preparar a los aldeanos para que se pudieran defender del ataque de los bandidos y la mayoría se encontraba ahora, con arma en mano, tras ellos, mirando como seguían acercándose el muchacho y la ronin, listos a combatir a cualquier bandido que quisiera arrebatarles el fruto de su duro trabajo. La aldea no era muy grande y aunque se encontraba en una región controlada por la familia imperial se encontraba alejada de los caminos principales que llevaban a la capital. Matsuyo había llegado después de encontrarse por casualidad a un pobre campesino que había sido enviado a buscar ayuda, y él mismo se había ofrecido voluntario en acompañarle en su regreso. Les había tocado vivir en una época peligrosa, donde la familia imperial perdía poco a poco el control político y algunas de las familias más importantes se unían para acelerar el proceso. Ahora la mayoría de sus tropas se encontraban en la capital, en las fronteras o custodiando las carreteras más importantes. Pocos estaban dispuestos a proteger unos cuantos aldeanos.

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Protegiendo la aldea (I) http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/06/protegiendo-la-aldea-i/ http://blocs.gracianet.cat/tousen/2012/03/06/protegiendo-la-aldea-i/#comments Tue, 06 Mar 2012 18:58:27 +0000 http://blocs.gracianet.cat/tousen/?p=289 Era una tarde calurosa de finales de otoño cuando Sakura vio delante de ella un grupo de asaltantes que parecían haber rodeado unos pocos campesinos y, con largos cuchillos en sus manos, se preparaban para lanzarse encima de ellos. Lanzando un poderoso grito, se abalanzó hacia ellos mientras desenfundaba su preciado nodachi. Desconcertados los asaltantes, algunos se giraron para hacer frente a esta amenaza y al verla llegar sus corazones se llenaron de miedo. Ninguno de ellos respondió a sus desafíos y se prepararon para atacarla todos a la vez. El primero que se cruzó en su camino fue cortado por la mitad por un golpe potente, mientras que el segundo perdió el brazo y quedó desangrándose en el suelo. Los demás lanzaron rápidos golpes dirigidos a su espalda y a sus brazos, y aunque uno de ellos llegó a rasgarle la ropa, ninguno alcanzó a tocar su piel tostada.

Los campesinos aprovecharon la furiosa embestida de la ronin para poner pies en polvorosa y dirigirse lo más rápido hacia su aldea para informar a sus vecinos de lo sucedido y poder refugiarse en su humilde hogar. Uno de sus atacantes tuvo la osadía de seguirlos mientras los demás quedaron petrificados ante la ola de destrucción que se les venía encima.

Sakura siguió troceando enemigos fácilmente hasta que los pocos que aún quedaban en pie empezaron a alejarse de ella. Levantó la cabeza para ver como se encontraban los pobres campesinos y vio como un joven estaba plantando cara al último truhán que quedaba. Había decidido dar el tiempo necesario a sus compañeros para que llegaran a sus tierras antes de que ese asaltante los alcanzara. Salvando la distancia que la separaba de ambos adversarios con un gran salto, se interpuso entre los dos hombres. El rufián perdió el equilibrio y se fue de bruces al suelo, de donde ya no se volvió a levantar jamás al perder la cabeza de un preciso golpe de la muchacha.

– Muchas gracias por vuestra ayuda – dijo el campesino mientras se arrodillaba ante la joven que acababa de salvarle la vida.

Sakura sonrió al ver su gesto mientras limpiaba la sangre de la hoja de su arma en el cuerpo que descansaba a sus pies.

– Levántate. La deuda estará pagada mientras puedas proporcionarme algo de comer y un lugar donde dormir esta noche.

– Seguidme entonces. En mi casa seréis bien acogida.

Y una vez en pie inició la marcha de regreso a su aldea. La ronin lo siguió y mientras andaban le preguntó sobre el ataque. El joven campesino le explicó que los ataques habían aumentado en los últimos tiempos y que la aldea sufría el acoso de un numeroso grupo de bandidos que vivían en las montañas cercanas a la aldea que se alzaban en el norte. También le informó de la llegada de un par de samurais el día anterior, y de que habían aceptado proteger el pueblo de un posible ataque, pues se acercaba el día en el que los aldeanos deberían realizar el pago impuesto por los bandidos para su seguridad. Los aldeanos habían logrado retrasar el pago el máximo de tiempo posible, pero los bandidos lo deseaban antes del invierno para así poder mantenerse resguardados y bien preparados, mientras el frío y el hambre matarían a las gentes de la aldea.

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