4 febr. 2012

Buscando el peligro (X)

Author: abraham | Filed under: Relato

A primera hora de la mañana, el grupo estaba realizando las últimas preparaciones para partir. Aun caían unas pocas gotas de lluvia, pero el sol empezaba a asomarse por el horizonte. Ishikawa Sei se concentraba en comunicarse con los espíritus del aire, tratando de discernir el camino a tomar, cuando uno de ellos se lo mostró nítidamente: a no muchos kilómetros de ahí había un asentamiento entre las montañas donde se había realizado un ritual de invocación la noche anterior.
– Los he localizado – anunció Sei -. Se encuentran cerca, tras esas cumbres.
– Perfecto – respondió Yamamoto Ichirō.
– ¿Os parecería adecuado solicitar al alcalde que un par de lugareños nos guíen? – le preguntó Tanaka Zakuo -. Seguro que ahorraremos tiempo para cruzar los bosques.
– Yo misma me encargo de ir a buscarlos –  se ofreció Ishikawa Noriko.
Pocos minutos más tarde regresó con tres aldeanos: un hombre fornido equipado con un hacha, uno más escuálido con un arco en la espalda y una chiquilla. Los tres tenían las marcas típicas de los que pasan largas horas en el bosque y la mirada dura de quien desconfía de los forasteros.
– Será mejor que dejéis aquí vuestras monturas – habló el leñador -. Las sendas que cruzan las montañas no son lo suficientemente buenas para ellas, podrían lastimarse y perderíamos demasiado tiempo arrastrándolas entre los árboles.
– Sei – llamó Ichirō -. Dales los detalles que tengas a estos hombres para que nos puedan llevar lo más cerca posible.
– Sólo puedo decir que se encuentran en una ladera bastante abierta donde han construido una pequeña empalizada alrededor de la entrada de una cueva donde gime el viento.
– Conozco el lugar – dijo el cazador -. Hace años perseguí una presa hasta la cueva, pero unos lobos me la arrebataron. Hay un camino que os dejaría al pie de la montaña y otro bastante más peligroso que da un rodeo hasta cerca de la cima.
– No es tan peligroso – susurró la niña con apenas un hilo de voz.
– Dinos, chiquilla, ¿has subido tu esa cima? – indagó Zakuo.
– Sí – respondió -. Algunas veces rodeo la montaña cuando voy a buscas bayas, no quiero cruzarme con los lobos.
– Si la encrucijada de las dos rutas no está cerca, podremos decidirlo durante el trayecto – observó Sei.
– El camino no se divide hasta estar bastante dentro del bosque – confirmó el arquero.
– Entonces no perdamos más tiempo. En marcha – ordenó Ichirō.

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