dilluns, maig 14th, 2007...12:00 pm

Ni siquiera tuvo tiempo de despedirse (experiència literaria-il·lustrativa)

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Tots coneixeu la meva passió per la il·lustració, tots sabeu que qualsevol excusa es bona per a mi a l’hora d’agafar un llapis…

Doncs des de fa uns dies que m’he embolicat amb un projecte amb una altra persona, es tracta d’il·lustrar una relat literari curt.

Ella es diu Noemi Gallego, és una molt bona amiga que li encanta escriure i explicar histories d’amor i desamor a traves de petits contes.

Vaig decidir fer aquest intercanvi amb la motivació d’intentar dibuixar els  sentiments que una altra persona ha plasmat en un paper amb una altre tècnica diferenta a mi. Espero haver aconseguit que els meus traços tinguin tanta intensitat com les paraules escrites per ella.

 

Ni siquiera tuvo tiempo de despedirse

“Ni siquiera tuvo tiempo de despedirse. Ni siquiera pudo tenerlo. Tuvo que huir de noche, cuando la luna escondía lo que el sol mostraba. Cuando el sonido de los grillos se confundía con el viento suave que soplaba en mayo. De noche, cuando ella no podía impedirte que la abandonaras, con sus lágrimas saladas y sus besos dulces.

Recorrió la distancia que separaba el punto exacto donde él estaba hasta la vieja y sucia estación de tren.

El tren, su tren, partía en media hora y eso suponía visualizar en cinco breves segundos su vida anterior para poder llevarse pequeños pedacitos de recuerdos. Pinceladas de besos apasionados. Caricias sin pedir permiso. Cenas románticas y lunáticos fines de semana. Visitas a países que jamás olvidaría y el recuerdo impregnado en cada poro de su piel, en cada gota de sudor que lentamente recorría su frente y su cuerpo imaginando noches estrelladas y gritos de placer incontrolable.

Era evidente que tenía que ir corriendo a la estación si no quería perderlo. A lo lejos se oía el silbido de otro tren. Quizás con otro destino distinto pero siempre con el mismo final.

Se colgó al hombro una mochila de sentimientos y lentamente, como quien no tiene prisa por llegar, con la vana esperanza de que quizás no llegara a tiempo a coger ese tren, y así, sin más, volver a su rutina, emprendió el camino hacia el medio de transporte que cambiaría para siempre su vida.

Pero llegó puntual. El tren lo esperaba. Y pudo escuchar alto y claro como una voz mecánica y agria anunciaba a todos los pasajeros ya había llegado y que pronto emprenderían la marcha.

En las ruedas chirriantes podían oírse perfectamente los gritos y lloros de todos aquellos que desde el andén despiden a sus seres queridos. En cada vagón un olor dulzón impregnaba el aire caliente y asfixiante que aún perduraba después de cada viaje.

Los viajeros, la mayoría personas mayores se amontonaban en las escaleras para subir y agitados se daban empujones, intentando llegar los primeros para coger sitio en las usadas butacas de los compartimientos. Nadie había venido a despedirse de él. Nadie sabía aún nada de su partida.

Al intentar subir después de ceder el paso a una señora con muchas prisas y a un señor maleducado que insistió en que los mayores primero, se dio cuenta que algo tiraba de él.

Una mano le agarró de la chaqueta y al girarse, descubrió sorprendido que se trata de una niña pequeña. Sus ojos tan azules como el mar estaban brillantes y llenos de lágrimas. Su pelo rubio y revuelto descansaba en una coleta. Y su cara, llena de pecas y manchas era un lago de tristeza y melancolía.

Tú no deberías estar aquí, al igual que yo somos dos inocentes marionetas del destino.– dijo ella

¿Te has perdido? ¿Dónde está tu mamá?- preguntó preocupado, pero cuando se quiso dar cuenta dos señoras mayores, vestidas de luto, le empujaron casi a la fuerza en el vagón y al girarse la niña había desaparecido.

Al subir por fin al vagón notó un ligero mareo. Las manos le sudaban y las piernas temblorosas hicieron que cayera y perdiera el control de su cuerpo. Y allí, inconsciente, junto al resto de pasajeros, emprendió su viaje.

Han pasado dos meses desde ese día. Y no recuerda nada. Sólo sabe que está muerto.

Muerto espiritualmente, de alma y corazón. El tren que cogió partía hacia su nueva “vida”. Una vida sólo, una vida sin ella. Murió cuando él la descubrió con otro, la misma tarde de su partida. Los vio claramente. Sentados en un café lleno de cuadros y fotos antiguas. Riendo sin parar y suavemente rozándose entre humo de cigarros y perfumes baratos. Descubriendo noches de pasión y frías promesas de amor.

Murió sin ni siquiera tener tiempo de despedirse.”

Text: Noemi Gallego  –  Il·lustració: Roger Giménez – 2007



2 Comments

  • Hola! Me parece muy buena esta iniciativa literaria-ilustrativa 😉
    El texto es muy bueno y el dibujo tb está bien al responder a lo escrito… Espero ver y leer más sobre esta nueva idea! 😉

  • Me encanta! y la foto original, original…(ese photoshop potente…)

    Ha quedado muy bien. Muy buen proyecto y la idea perfecta. El dibujo expresa claramente lo que yo quería plasmar…

    Gràcies miles!!!

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