15 febr. 2012

Buscando el peligro (XV)

Author: abraham | Filed under: Relato

El aire olía a pelo y carne quemada. Las fuerzas de Ishikawa Sei estaban al límite y su sangre trataba de escurrirse por varías heridas. Noriko le frotó el brazo con un apestoso ungüento que enseguida le calmó el dolor. Su rostro estaba tan demacrado como el suyo, pero la satisfacción de seguir viva se le reflejaba en los ojos, mientras que los suyos eran ahora mismo dos profundos pozos de desesperación. Unos ojos que habían contemplado demasiados horrores para toda una vida. El supuesto ataque sorpresa se había convertido en una auténtica trampa para ellos mismos cuando una docena de criaturas que en otra vida habían sido lobos se lanzaron sobre sus espaldas.
El primer zarpazo que dieron arrancó de cuajo la cabeza del leñador, que fue rebotando ladera abajo, desfigurándose contra cada roca y convertida en un amasijo sanguinolento al aplastarse en el centro del campamento. Otro dos trataron de desequilibrar a Ichirō, pero él no es un humano cualquiera y antes de llegar a tocarlo uno de ellos fue sacudido por un enorme espasmo y se desplomó a sus pies. El segundo corrió una suerte pareja cuando la enorme Segadora de vidas lo partió de arriba a abajo. El empuje del resto obligó al grupo a descender rápidamente, lo que provocó golpes debido a caídas y cortes producidos por afiladas rocas. Noriko había sido la más perjudicada y quedó inconsciente por un fuerte golpe que se produjo contra una piedra.
Aprovechando la inercia de la bajada, Tanaka Zakuo se había abalanzado sobre los sorprendidos enemigos y abatió a un par de ellos con su gran martillo. Las bestias que los perseguían lo rodearon rápidamente, alejándose así del filo de la espada de Ichirō. Zakuo aún pudo romper el espinazo de uno de ellos antes que la oscura aura que emanaba de sus cuerpos se apoderase de él, consumiendo sus músculos y derritiendo sus huesos. Ese recuerdo le provocó una arcada a Sei quien no intentó reprimirla.
– ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas algo? – le preguntó una voz delicada y suave.
Sei siguió inmerso en sus recuerdos, viendo como unos minutos antes él mismo se encontraba de repente rodeado por las figuras que habían visto desde la cima y que resultaron no ser del todo humanas: eran mukontai. Había empezado a hablar con los espíritus del aire para que lo ayudaran cuando Kimura Mitsuo se materializó a su lado y un ardiente proyectil salió despedido desde sus dedos para carbonizar a uno de esos engendros. Otro cercano fue abatido por una certera flecha; el cazador andaba cerca y les cubría las espaldas. Trató de localizar a la niña, pero no había rastro de ella, ya se encargaría luego de buscarla. A quien sí había visto era a Yumiko. No parecía afectada por la presencia de tantos enemigos, incluso una aureola de paz la acompañaba en medio del fragor de la batalla. Creyéndola una presa fácil, los mukontai fueron a por ella y cayeron convertidos de nuevo en cadáveres. Un humano, mejor dicho, un Corrupto con una enorme garra en su brazo derecho y con un wakizashi empuñado en su izquierda hizo acto de presencia. Sus ojos habían visto la destrucción causada por la joven dama y no dudó en querer empalarla con sus dedos. Los kami invocados por Sei trataron de entorpecerle el paso y le dieron a Yumiko el tiempo necesario para que su conjuro rompiera las ataduras de la carne, liberando así el espíritu corrupto que había tomado prestado el cuerpo de algún desgraciado.
Yamamoto Ichirō se había unido a la refriega y no había tardado en librarse de unos cuantos mukontai más. Media docena quedaban rodeando al individuo de la túnica oscura.
– Sed bienvenidos – les dijo con una voz quebradiza -. Hasta ahora os habéis enfrentado a mis creaciones menores. ¡Preparaos para degustar el auténtico poder del Oscuro!

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