A l’últim sinó de la colla, es va publicar aquesta carta de Claudio Orrego, alcalde de Peñalolén (Població xilena on van actuar els Casteller de Vilafranca). Tal com deia el Carles Gallardo en la introducció de l’article, aquesta carta et fa recordar les emocions que et produeixen els castells, i el motiu pel qual estàs tant enganxat. Emocions que de vegades, a causa de la feina del dia a dia a la colla, s’amaguen i no les podem gaudir.

 

Hoy se cumple una semana desde que los Castellers de Vilafranca (Cataluña, España) estuvieron en Chile y en Peñalolén. Han pasado días pero la emoción sigue intacta. Verlos hacer una torre en homenaje a las víctimas de Villa Grimaldi (y de Chile y del mundo), escuchar la música mientras entraban marchando al Municipio atiborrado de miles de Peñalolinos, sentir la expectación al ver a los niños subir a cada torre, y experimentar la confianza de ser uno de ellos, son imágenes y emociones que quedarán para siempre. Y es que los Castellers no son un espectáculo o un grupo de artistas, a los que se ve una vez y luego se olvida. Son una imagen viva de esos valores que nos devuelven la esperanza en el género humano y nos invitan a sacar lo mejor de nosotros mismos: solidaridad, pasión, alegría, confianza, sueños, fuerza, disciplina y sabiduría.

Son una invitación entusiasta a volver a creer en un mundo nuevo. Un mundo donde la gente valga por lo que es no por lo que tiene. Un mundo donde se pueda volver a confiar en el que tengo al lado. En fin, un mundo más feliz, más sencillo y más humano. No puedo dejar de pensar en Josep, Alex, Felix, el cap de Colla cuyo nombre no recuerdo, y tantos miembros de esto maravilloso grupo humano. Gracias por vivir y compartir con tanta alegría y sencillez este tesoro que es el Mon Casteller. Gracias Lucho Carrasco por contagiarnos con tu sueño loco de traer a 150 catalanes a construir castillos humanos y hermandad entre naciones, comunas, edades y clases sociales. Gracias Gonzalo Navarrete por apoyar tan entusiastamente esta aventura.

Mientras veía sus presentaciones atiborradas de chilenos y chilenas de todas las clases y edades, me preguntaba: que buscamos con tanto interés en estas torres humanas? No será que en esta tradición milenaria hay claves que nos permitan pensar en un país mejor. Y es que lo que pasó en las plazas de Santiago, Valparaíso, Colina, Lo Prado y Peñalolén, fue tanto un acto de destreza física como una afirmación política sobre el país que soñamos construir. Un país donde la experiencia de comunidad sea algo real y al alcance de todos; donde ricos y pobres puedan compartir sin perjuicios y sin barreras que los separen; donde el color del pelo, la opinión política y la religión sean un atributo más y no un factor de división; donde lo común sea más fuerte e importante que lo individual; donde alegría se consiga construyendo sueños y no sólo comprando en malls. Ha pasado una semana y más que lo que vivimos entonces, me entusiasma pensar en lo que viviremos en el futuro. Soy de aquellos que la emoción lo mueve a la acción. Ya hemos decidido sumarnos a Lo Prado y Cerro Navia para hacer una colla (agrupación castellera) con niños y jóvenes de Peñalolén. Pero ese es sólo el principio. Seguiré soñando (y trabajando) por llevar el espíritu de los Castellers a todo Peñalolén, y porqué no a la política Chilena. Que bien nos haría tener un país como Casteller. Chile ya tiene la forma. Ahora sólo le falta fortalecer su espíritu. Manos a la obra!”

 

  
Claudio Orrego